Este 25 de noviembre hablaremos, de nuevo, de violencias machistas, pero es imprescindible recordar que no es cuestión de un día, sino que cada día, sin excepción, se producen agresiones machistas. Son buena prueba de ello las páginas de los periódicos, que se convierten en un triste registro de las distintas formas e intensidades en que se produce esa violencia. Cada hora, en nuestro país se ponen 18 denuncias. Y cada cuatro horas, se denuncia una violación.
Desde el Consejo General de la Psicología manifestamos nuestro total rechazo contra cualquier forma de violencia psicológica, física o sexual ejercida contra las mujeres, y trasladamos nuestra solidaridad y afecto a las familias y seres queridos de la 38 mujeres asesinadas por su pareja o expareja en lo que va de año, 1.171 desde 2003.
Es necesario reflexionar sobre la relevancia que, en el momento actual, tienen las noticias sobre esta lacra en espacios informativos de los medios de comunicación.La violencia contra las mujeres dada su frecuencia ya no es excepcional en los informativos y deja de tener la relevancia que merecería. Solo cuando el nivel de violencia en las agresiones es extremo consigue atraer la atención de la ciudadanía. Pero cuesta obtener información de contexto, que relacione estas agresiones con otros temas como la reproducción de las conductas y creencias machistas en las generaciones más jóvenes.
La cultura en que continuamos educando a niños y niñas, adolescentes y jóvenes genera desigualdad y violencias que provocan que la mitad de la población tenga menos oportunidades y un mayor nivel de riesgo a lo largo de toda su vida. Según el INE, el grupo de edad en el que más aumenta la violencia en la pareja es el de menores de 18 años, un 73% más. El Fiscal General del Estado, cuando presentaba los datos de la Memoria anual de la Fiscalía de 2021, llamaba a “una reflexión como sociedad”, ante datos como que los abusos y agresiones sexuales cometidos por chicos menores de 18 años crecieron un 58 %. Si observamos la tendencia en los últimos 5 años, el incremento es de un 207 %. La propia Fiscalía alertaba de la banalización de las relaciones sexuales entre adolescentes, las conductas altamente sexualizadas a edades cada vez más tempranas y un acceso a la pornografía a corta edad.
Estas son las consecuencias penales de la cultura de la violación que continúa plenamente asentada entremuchos de los adolescentes y jóvenes. La violencia sexual es una de las manifestaciones de violencia contra la mujer más extendida y normalizada. De hecho, el terror sexual tuvo una fuerte visibilización este verano, cuando una oleada de pinchazos a mujeres jóvenes en lugares de ocio nocturno creó un contexto en el que las chicas se vieron expulsadas, de nuevo, del espacio público, con una amenaza (real o no) que las atemorizaba.
En el Barómetro Juventud y Género de 2021, que publica el Centro Reina Sofía, señalaba una juventud fuertemente polarizada, en el que los chicos manifiestan una menor toma de conciencia de las desigualdades de género; una tendencia iniciada en 2019 y que ahora se agudiza. Es lógico, porque desdela cultura del privilegio es difícil identificar dicha brecha, pero, además, el contexto social y político favorece discursos que difuminan las violencias machistas y las desigualdades estructurales. Un ataque contra el movimiento feminista que termina, en consecuencia, fortaleciendo los valores tradicionales de la sociedad patriarcal.
El machismo evoluciona y se adapta a los cambios sociales; por ello, necesitamos actuar en el terreno preventivo, desmontar las creencias, prejuicios y estereotipos que sustentan la cultura patriarcal. Solo yendo a la raíz podremos actuar para prevenir comportamientos y conductas que continúen engrosando sentencias como las que refería la Fiscalía General del Estado.
La psicología, como ciencia dedicada a la conducta humana y a las emociones, es imprescindible en el camino hacia la igualdad real y hacia la sociedad del buen trato en la que todas y todos deseamos vivir. Por ello, desde el Consejo General de la Psicología reclamamos que se trabaje con el 100% de los niños niñas y adolescentes de este país. a través de los centros educativos, con intervenciones psicológicas enfocadas a la sensibilización en materia de igualdad, de relaciones sexuales y afectivas y de prevención y detección de violencia de género.
La preocupación por la transmisión y repetición de la cultura machista en las generaciones más jóvenes no es suficiente: necesitamos pasar a la acción, con medios y profesionales, para promover una transformación real.